Dulces sueños...*

Dulces sueños son aquellos que tienen un principio y un final feliz, aquellos de los que no quieres despertar jamás y que cuando pasan, no te crees que sean realidad. Un dulce sueño, no sucede de repente, ni por casualidad, un final feliz cuesta de encontrar.

Dulces sueños son aquellos en los que no existe el mal, en los que no hay una palabra de más, aquellos en los que el peor regalo es hacerte sonreír y en los que no hay ni una lágrima que derramar.

Dulces sueños son aquellos en los que no hay imposibles, en los que el amor es algo fácil, aquellos en los que las preocupaciones duran lo mismo que la parada del metro y en los que te sientes segura, fuerte, valiente, sin miedo y no hay sitio para el dolor y las inseguridades.

En definitiva... Un dulce sueño es algo inalcanzable, porque para llegar a ese final feliz tienes que hacer una carrera de fondo, donde habrá dolor, lágrimas, miedos,...Donde el amor sera complicado y, Dios, ¡Habrá toda clase de impedimentos! Ahora si te digo, si eres uno de los pocos afortunados que llega al final, nunca mires atrás y comienza a disfrutar de ese dulce sueño, del que esta vez si, no despertarás.

Deseando libertad...*

Enjaulada, esa es la palabra, como un trofeo, como una mera posesión, en una prisión considerada perfecta, si es que alguna puede serlo, aunque, eso no quita el hecho de que me sienta como me siento. Que soy la culpable de todo, que he decepcionado a muchos y que tengo algo en el pecho que no me deja respirar.

Me encantaría ser libre, poder ser enteramente yo, sin restricciones, sin miedos, sin nada que me impida gritar o reír hasta que no pueda más. Estaría bien, aunque solo fuese por un día, no pensar en nada, hacer cuanto quieres y del modo que quieres, decir lo que sientas y no mirar nunca atrás, ser aceptada por lo que eres, pero, ante todo no ser juzgada, por cometer errores, que simplemente vean que eres humana.

Ahora toca despertar y volver a la realidad, ya que, al final del día solo estoy yo, enjaulada en una cárcel de cristal, viendo los días pasar, soñando despierta y con algo en el pecho que no me deja respirar.

Fingiendo que todo sigue igual...*

Entre cuatro muros encerrada, asfixiada, acorralada, sin dejar de pensar en todo, pero no haciendo nada. Sin poder reír, sin poder llorar, simplemente aquí sentada, viendo como mi mundo se desmorona y mi alma esta fragmentada.

Porque en estos momentos siento, que ya no puedo más, que caí una ultima vez y que jamás, me volveré a levantar. Indefensa, herida, dolida y sola, en un esfuerzo vano de que mis heridas sanen y que mi alma se recomponga.

Todo el mundo tiene un límite, quizás este sea el mio, porque por más tiempo que pasa no tengo fuerzas, soy incapaz de mover un músculo e incapaz de pedir ayuda, en estos momentos la oscuridad es un manto que cubre la estancia donde me encuentro y no puedo ver más allá de mis propias manos, sintiendo los fríos muros que me rodean, en un abrazo fatal del que no puedo escapar. Sin ninguna esperanza, sin poder respirar, solamente muerta en vida y fingiendo que todo sigue igual.

Confianza...*

La confianza es la base de todo, una vez me dijeron, que la confianza en uno mismo, es el primer peldaño para ascender en la escalera del éxito, si bien, esa persona no se equivocaba ni una pizca. Confiar en uno mismo es el primer paso, sobretodo para abrir tu corazón a los demás y creerme, es algo difícil. La confianza en uno mismo te hace fuerte y hace que el miedo se vaya, pero, solo son unos pocos los que de verdad la tienen, los demás simplemente aparentan tenerla.

Aunque de verdad sea un reto confiar en uno mismo, lo que es aun más complicado, es confiar en los que te rodean. La confianza es frágil, cuesta años construirla y segundos destrozarla. No es algo que se explique razonadamente, porque en ocasiones, confías ciegamente en una persona sin saber demasiado bien porque lo haces.

La amistad, el amor,... se basan en la confianza, en confiar en la otra persona por mucho que escuches a los demás decir lo contrario. Es cerrar los ojos y tirarte al vacío sin saber como vas a acabar y esperando que acabe bien.

Hace tiempo que deje de pensar en la vida como un cuento de hadas, pues lo más difícil de esta, no es morir, sino vivirla. Dará muchas vueltas y te darán muchos golpes, pero no puedes dejar de tener fe en las personas, de confiar en aquellas que merezcan tu confianza, porque sin confianza ¿Qué te queda? Yo te lo diré, no te queda NADA.

Invisibilidad...

Estar a tu lado y no poderte tocar, no ver en tu mirada que soy algo más, invisibilidad...

Una vez me dijeron que, la peor forma de echar a alguien de menos, es estar sentada a su lado y saber que nunca será tuyo, y no se aleja nada de la realidad. Ya no so ese niña pequeña, he crecido y estoy aquí mirándote a la cara, esperando a que te des cuenta, deseando demasiado y soñando despierta.

¿Qué puedo hacer? Me siento invisible, me miras y no ves más allá, eres simpático, bueno, correcto, pero ya. Invisibilidad, como si no importase, como sino estuviese, solo soy una más. Intento y quiero olvidarte, pero, cuando creo que ya lo he hecho, sonríes y el muro que había puesto entre los dos se desmorona, como si de papel se tratase.

¿No sabes que, cada momento que paso contigo, me destruye poco a poco? Lo probé todo, incluso la distancia, pero no se que me daña más, si no poder verte o poder verte y no poder tenerte. En ocasiones la invisibilidad es algo frustrante, me gustaría gritarte, me gustaría odiarte, pero la cruda realidad, es que no puedo, porque aunque la invisibilidad sea dura y muera por dentro, tengo la esperanza, de que al menos una vez, solo una, me mires de la manera que quiero, no se si estoy loca o es simplemente, TE QUIERO.